En estos tiempos, al
preguntarle a un docente por cuál teoría de aprendizaje se guía en su praxis,
es muy probable que de manera inmediata conteste “el constructivismo”, pero
esto parece cuestión de moda porque al solicitarle que argumente su respuesta, más
de uno termina confundiendo las teorías conductistas con las cognitivistas y
con el enfoque constructivista.
En nuestra realidad de
país cuando revisamos la acción docente, encontramos profesionales que no
reconocen el estilo de procesamiento de información que prefieren sus
estudiantes y ni qué hablar de diseñar su clase considerando otros parámetros
además del currículo; entonces cabe preguntarse ¿por qué un significativo
número de docentes omiten ese diseño en su hacer pedagógico, siendo que trabajan
con el elemento más valioso de la humanidad, el hombre en formación?; ¿por qué
la mayoría de las instituciones encargadas de formar docentes, obvian el
complementar la teoría con la práctica, provocando en el futuro docente la
reflexión sobre esa teoría y su aplicación; por qué los formadores pasan por
alto, durante las pasantías de sus estudiantes, indagar las razones que llevan
a ese estudiante a utilizar uno u otro enfoque didáctico y cuáles son las
estrategias a aplicar según ese enfoque, cuáles criterios asume el estudiante
en formación para esas tomas de decisiones.
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